La manera en que nos reunimos dice mucho de cómo vivimos
Llega la Navidad y, con ella, la escena se repite: una mesa llena, varias conversaciones cruzadas, alguien que decide el menú, otra persona que organiza los tiempos, alguien que media cuando salta una tensión antigua… y alguien que, sin decir nada, sostiene el ambiente para que todo fluya.
No siempre hay una persona “al mando”, pero sí hay dinámicas claras.
Y, aunque no lo parezca, ahí también hay liderazgo.
Liderazgos visibles (y otros que no tanto)
En muchas cenas navideñas aparece el liderazgo clásico: quien toma decisiones rápido, reparte tareas y marca el ritmo. A veces funciona. Otras, genera cansancio, silencios incómodos o la sensación de que “si no lo hago yo, no se hace”.
Pero también están esos otros liderazgos menos evidentes: la persona que escucha, la que detecta cuándo bajar el volumen de una conversación, la que pregunta antes para generar consenso, la que cuida los tiempos y los vínculos.
No suelen llevarse el aplauso final, pero sin ellas la cena no saldría igual.
Lo que pasa en la mesa, también pasa en las organizaciones
Si cambiamos la mesa por una reunión de equipo, el paralelismo es claro.
Hay organizaciones donde liderar sigue siendo “tirar para adelante” aunque alguien se quede atrás. Otras donde el liderazgo se confunde con control, urgencia o acumulación de decisiones.
Y también hay equipos que empiezan a preguntarse cosas distintas:
- ¿Quién está sosteniendo realmente el funcionamiento del grupo?
- ¿Quién decide y desde dónde?
- ¿Quién cuida los procesos, no solo los resultados?
Igual que en Navidad, no se trata solo de que “todo salga”, sino de cómo sale.
Liderar no es mandar el menú
En la mesa familiar —y en las organizaciones— liderar no debería ser imponer, sino crear las condiciones para que todas las personas puedan estar, participar y aportar.
Eso implica:
- Escuchar antes de decidir.
- Cuidar los ritmos, no solo los objetivos.
- Sostener conversaciones difíciles sin romper el vínculo.
- Compartir responsabilidades, no acumularlas.
Un liderazgo que no gira en torno al protagonismo, sino al cuidado del conjunto.
Y ahora, pregúntate
Más allá de la cena de Navidad, llévatelo a tu día a día:
- Cuando algo no funciona, ¿quién suele hacerse cargo?
- ¿Qué personas sostienen al equipo sin que apenas se note?
- ¿Cómo se toman las decisiones: desde la prisa o desde la escucha?
- ¿Se cuidan los vínculos o solo se persiguen resultados?
- ¿Quién tiene voz… y quién se ha acostumbrado a callar?
Estas preguntas no buscan señalar culpables, sino abrir conciencia. Porque revisar cómo lideramos también es una forma de cuidado.
Quizá la pregunta no es quién lidera, sino cómo
Esta Navidad, mientras observas tu mesa —o tu próxima reunión de equipo—, quizá no haga falta buscar a “la persona líder”.
Tal vez baste con mirar desde dónde estamos sosteniendo lo que hacemos juntas.
Desde la prisa o desde el cuidado.
Desde el control o desde la confianza.
Desde la urgencia o desde la responsabilidad compartida.
Porque, al final, tanto en la mesa como en las organizaciones, el liderazgo que necesitamos no es el que acapara la palabra, sino el que hace posible que todas las personas quieran quedarse… y volver el año que viene.
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